La tradición filosófica nos ha enseñado a ver al filósofo
como un hombre que se siente a pensar y reflexionar en tornos a las preguntas
del conocimiento y de la vida que se hace la filosofía a lo largo de su devenir
en el mundo. Lo mismo que la figura del filósofo es la de un artesano que
moldea el pensamiento con la ayuda de los conceptos, para clarificar las
preguntas o hacerse una idea sobre su recontextualización en el mundo de
apertura dentro del cual nos encontramos actualmente.
Adicional a esto, el filósofo Francés A. D. Sertillanges (Clermont-Ferrand,) pensador
del Siglo XX, nos dice que la figura del filósofo como
artesano:
Es una
necesidad porque tiene algo de poeta y de vez en cuando, contra lo que nada
tendrá que objetar al público. Porque como escritor ha de ser práctico y el
práctico debe saber escribir (…) Y es una persona que va más allá de todo lo
que piensa lo mismo de lo que hace; no se comprende el destino a la manera como
se entiende sino que nos abrimos ante él, tal como lo dijo Zoroastro
(Sertillanges, 185)
A lo expuesto por el autor se comprende que la figura de
artesano no es porque solamente utiliza en su diario trasegar su lengua nativa y el enriquecimiento del lenguaje teórico y
manejo discursivo que se tiene del mismo a nivel social y cultural, para armar
y desarmar un concepto, dentro del cual se estructura una pregunta, es más
bien, la necesidad de sacar a relucir, esa imagen sensible, asombrosa e
imaginativa que genera el hacerse una pregunta para ser mejor ser en el mundo,
pero en especial, la transformación de una pregunta o concepto en la existencia
de un hombre que elige el camino de ser pensador.
Las figuras que encierran al hombre que ama la filosofía
como lo dice su palabra en sus orígenes etimológicos son infinidades, pero en
nuestro caso, sólo queremos entrever solamente algunas para confrontarlo con el
filósofo como arquitecto. Para eso empezamos por decir, el filósofo como un
arquitecto, es un hombre planeador, previsivo, sigiloso, sagaz, analítico pero
en especial un sujeto que a través de su pensamiento busca encontrarse consigo
mismo para formar una pregunta de dicho encuentro y así caminar con ella hacia
una determinada tradición para armar su propia propuesta de mundo, la cual no
es sólo el armar o desarmar el concepto, sino una nueva forma de leer las
tradiciones históricas que le antecedieron y ahora las que le preceden.
Heidegger, un filósofo que pensó una mirada Filosófica desde el encuentro de uno mismo a través del pensar y eso se vio en la formulación de sus preguntas, para caminar dentro de ese filosofar. |
Del mismo modo, “el filósofo como arquitecto, en palabras
de Wittgenstein, es alguien que reconoce los límites del pensamiento mediante
el lenguaje, como Marx decía que pensábamos con palabras y que en todo caso,
las manos eran creadoras de inteligencia” (Miranda, 464) podríamos decir que el
papel de la arquitectura en el pensamiento del hombre que piensa, es para
ayudarle a planear la estructura a su
pregunta, la cual nos ahondada de la noche de la mañana si no que es todo un
proceso de constante elaboración a lo largo de su existencia. Como en el caso
de Heidegger, su relación del ser y el tiempo, que le costó más de 20 años para
poderla concertar bajo el concepto de Dassain. Además el plano del pensamiento,
se va nutriendo es a medida de la existencia de quien lo expone y lo formula,
para tener no sólo una apertura nueva de pensamiento, sino distintos referentes
para enriquecer esa pregunta o formar un concepto de ella, más abierto para su
manipulación.
Kant, para esto, nos dice: “la razón de nuestros
conocimientos no pueden constituir una rapsodia, sino que deben formar un
sistema” (Kant, 647, 2005) en otras
palabras, la razón no es necesariamente un conjunto de lenguajes repetidos y
remasticados a diario, sino un conjunto de sistemas, que en sus palabras: “buscan
la unidad de los diversos conocimientos bajo una idea” (ibíd.) de lo dicho por
el autor, se podría afirmar que un
filósofo arquitecto es alguien buscador de la precisión de su pregunta, busca
en la tradición, el lugar donde ubicarla y no anda a pasos lentos, nos deja
entrever en el concepto, el medio para buscarle la apertura de pensamiento,
para abrirla en lo a priori desde la
amplitud de lo diverso como él mismo nos dice o en las formas de los conceptos
de la razón, para ver su coherencia en
el mundo académico.
Además Heidegger, filósofo contemporáneo, nos dice que la
filosofía debe tomar la razón como eje de su trabajo mediante lo siguiente:
La filosofía es cosa de
la ratio. Con todo, en cuanto ponemos en duda la caracterización de
la filosofía como comportamiento racional, del mismo modo resulta también
dudoso que la filosofía pertenezca al dominio de lo irracional. Pues quien
quiere determinar la filosofía como irracional, toma con ello lo racional como
norma de la delimitación, y por cierto que de modo tal que de nuevo presupone
como comprensible de suyo qué es la ratio. (2)
Porque tanto Kant como Heidegger quieren al filósofo como
arquitecto que aterrice en sus planos la razón, es porque gracias a ella,
podemos saber los límites del conocimiento humano, también la incidencia de la
experiencia y de la teoría en los mismos. De otra manera, en ella, podemos ver
las funciones de la metafísica dentro del conocimiento, pero antes que nada en
la filosofía.
“No se traza de acuerdo
con una idea, es decir, partiendo del fin primordial de la razón , sino
desde un punto de vista empírico , de acuerdo con intensiones que se presentan
accidentalmente (cuyo número no puede conocerse de antemano) nos ofrece una
unidad técnica resultado de una idea” (648)
El esquema, nos muestra todos los pasos del filósofo para
formarse racionalmente, pero también las bases empíricas que tuvo dentro de su
proceso de formación ante su pregunta y le ayudaron al nacimiento de dicho
concepto, puesto que si miramos retomando otra vez a Heidegger, todo proceso
filosófico es:
"Aquello a que se refiere la filosofía
nos atañe y nos toca-de-cerca (be-rührt) a nosotros los hombres en
nuestra esencia (Wesen), entonces pudiera ser que esta afección
(Affektion) no tuviera absolutamente nada que ver con lo que
corrientemente se llama afectos y sentimientos, en una palabra, con lo
irracional” (Heidegger, 1960)
De esto, se deduce, un esquema no es simplemente un
conjunto de formación de elementos empíricos y teóricos, son todas las cosas
que llevaron a su origen de creación. Y Kant en la arquitectónica de la razón
pura, nos confirma lo expuesto a través de lo siguiente:
“Nuestra tarea, a saber con esbozar simplemente la
arquitectónica de todo conocimiento derivado de la razón pura, empezando por el
punto de la raíz general de nuestra
capacidad cognoscitiva se bifurca en dos ramas, una de las cuales es la razón.
Y por razón entiendo aquí toda la capacidad cognoscitiva superior, y
consiguiente contrapongo lo racional a lo empírico” (649)
A manera de conclusión del siguiente texto, el filósofo
como un arquitecto, es alguien que comprende la importancia del caminar o más
bien trasegar desde distintas
representaciones de pensamiento filosófico a lo largo de su existencia; Y así
formarse mediante dicho caminar o trasegar en el mundo, distintas formas de elaboración
del plano de pensamiento según su propuesta, pero antes tener en cuenta,
también la creación de un sistema para que lo dicho por él, tenga un valor
coherente dentro de una determinada escuela, no se quede como algo simplemente
empírico o hipotético. De la misma manera, ya cuando tenga armada los planos y
los sistemas de pensamientos, que lo llevaron a la formulación de su pregunta y
creación de un concepto sobre ella. Debe elaborar distintas unidades de
pensamiento, para ver el resultado de su trabajo. Y en su medida, que de como
resultado un esquema coherente de pensamiento.
BIBLIOGRAFÍA
v
MIRANDA, Antonio. NI
ROBOT NI BUFÓN: MANUAL PARA LA CRÍTICA DE ARQUITECTURA. Madrid: Editorial Cátedra. 1999
v SENTILLARGES, A.D. LA VIDA INTELECTUAL: SU ESPÍRITU, SUS CONDICIONES,
SU MÉTODO.
Madrid. Ediciones Encuentro. 2003.
v HEIDEGGER,
Martin. ¿QUÉ ES ESO DE FILOSOFÍA? Traducción
y notas de Adolfo P. Carpio, publicada por Sur, Buenos Aires, 1960.
v KANT,
Immanuel. CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA. Madrid:
Editorial Taurus. 2005 Traductor: Pedro Ribas.