INTRODUCCIÓN
El hombre postmoderno, se encuentra en una constante confusión, puesto que sus relaciones son tan efímeras que no se ha detenido a pensar y reflexionar si eso es lo que quiere para su vida. |
La vida es el ideal que se
persigue, es la tesis que vamos a tratar de responder en el siguiente escrito. Pero enfocado en el
hombre de nuestra cultura postmoderna, puesto que sí no es así, estaríamos
haciendo un trabajo descontextualizado a las necesidades educativas, sociales,
culturales, económicas y políticas que tiene nuestra cultura en relación con la
mirada del ser día tras día.
El concepto de
postmodernidad según Francois Lyotard:
La Condición postmoderna de nuestra cultura como una
emancipación de la razón y de la libertad de la influencia ejercida por los
“grandes relatos”, los cuales, siendo totalitarios, resultaban nocivos para el
ser humano porque buscaban una homogeneización que elimina toda diversidad y
pluralidad: “Por eso, la Posmodernidad se presenta como una reivindicación de
lo individual y local frente a lo universal. La fragmentación, la babelización,
no es ya considerada un mal sino un estado positivo” porque “permite la
liberación del individuo, quien despojado de las ilusiones de las utopías
centradas en la lucha por un futuro utópico, puede vivir libremente y gozar el
presente siguiendo sus inclinaciones y sus gustos”. (Vásquez Ctdo a Lyotard)
Lo dicho por el autor, nos
enseña que la vida del hombre de nuestro tiempo, no está enfocada su
razonamiento solamente, tal y como lo era en la modernidad, en su
espiritualidad a Dios y la naturaleza desde los antiguos o en la búsqueda de su
ser desde lo psicológico, emocional o en distintas dimensiones como lo hicimos
durante mucho en la contemporaneidad.
El encuentro, es una de las cosas que el hombre de hoy ha perdido por encontrarse encerrado en la cadena de su soledad, formada por el individualismo. |
El hombre postmoderno, reúne
todo los elementos anteriormente expuestos, porque ya no solo mira su ser
enfocado en todas sus dimensiones, también se analiza constantemente en su
cotidianidad, porque se ha dado cuenta que no siempre es igual, sino que todos
sus ideales van en constante cambio según los fenómenos que se vayan dando.
No obstante, la formación en
el siglo XXI es uno grandes ideales de vida, debido a la necesidad que tiene el
sujeto de conocer su pasado y presente para confrontarlo de manera reiterada,
hacía una comprensión, interpretación y análisis de los valores, actos o comportamientos
inmersos en cada uno de los discursos que se encuentran sustentados en las
ciencias o distintas áreas del conocimiento.
La fragilidad humana, se da día tras día por el miedo o el desconcierto que se genera el compartir con el otro, lo que somos detrás de la máscara. |
De ahí la incidencia de
Lyotard en los distintos metarrelatos que la postmodernidad en su vida persigue
con tanto ahínco, pues gracias a ellos podemos comprender el carácter reflexivo
y los distintos cambios que tiene cada etapa de acercamiento a lo adquirido por
el hombre.
LA
EDUCACIÓN COMO IDEAL QUE SE PERSIGUE EN LO POSTMODERNO
Cuando miramos la educación
desde distintos lentes, nos damos cuenta que ella ha sido el cultivo que el hombre
siempre ha buscado para crecer en su proyecto de vida, pero en especial, es un
ideal de vida que sigue, pues le permite ampliar sus horizontes de comprensión
como habitante de la cultura; pero ante todo, ubicarse en el espacio- tiempo
gracias al proceso educativo que emprende en su existencia humana.
Pues como dice Gadamer:
Es
un educarse como el que percibo en particular en la satisfacción que uno tiene
de niño y como alguien que va creciendo cuando empieza a repetir lo que no
entiende. Por fin lo ha dicho bien, y entonces está orgulloso y radiante.
Así, debemos partir quizá de estos inicios para no olvidar jamás que nos
educamos a nosotros mismos, que uno se educa y que el llamado educador
participa sólo, por ejemplo como maestro o como madre, con una modesta
contribución. Veremos todavía todo lo que esto implica. Si se me permite el
recuerdo de mi propia infancia y de la de otros que conozco de mi propia vida
familiar, esto será, claro está, sólo una ilustración que cualquiera podría
aportar. Es patente que el momento en que, después de los padres, empiezan
primero el jardín de infancia y después la escuela, significa un gran corte en
estos años de aprender a hablar. Sin duda es un gran paso en el que tiene lugar
algo realmente nuevo, "de la cuna, por así decir, hasta la
sepultura". Me refiero a la relación con los otros seres humanos, la
comunicación.(2)
Lo dicho por el autor, nos
muestra que en nuestro siglo XXI la educación como ideal que persigue el hombre
postmoderno, nos revela que gracias a ella, podemos levantar la frente en alto,
salir a la calle; resaltar a las personas que nos dieron lo mejor de sí mismas
para que seamos lo que somos hoy en nuestro día a día. Igualmente aprender con
los años que los cuidados generados por estas personas, contribuyeron al
aprendizaje de nuestra lengua nativa, pero muy significativamente a reconocer
las distintas formas de ver, analizar y comprender las dinámicas históricas,
culturales, sociales y políticas por las que gira el mundo cada vez que damos un
paso, no solamente desde la escuela, sino hasta que llegamos a la nuestra
morada final que es la muerte.
Por otro lado, en ocasiones,
la memoria y la gratitud en los ideales éticos de la educación postmoderna que
Gadamer constantemente nos recuerda, se han ido perdiendo, no por
desconocimiento de los sujetos en formación, se debe a los fenómenos sociales
presentes en la cotidianidad, los cuales van cambiándose o transformando desde
diversas perspectivas, según el análisis que las ciencias humanas ha realizado
de los mismos para dar con el objeto de su entendimiento o simplemente de la
causa que los generó en nuestras generaciones.
No obstante, que los ideales éticos se han
perdido no solamente por los fenómenos sociales de nuestra época, es porque el
hombre se está dejando llevar por una serie de emociones humanas efímeras que
se conoce como lo líquido, por lo cambiable y variable que son ellas en la expresión
de su trasegar. Según el filósofo Sigmund Bauman en su texto “Modernidad
Líquida”:
Los compromisos duraderos e
irrompibles envueltos en una densa red de instituciones presagian más que
seguridad un destino incierto. Esto mismo se aplica a todas las uniones, ya que
la volatilidad endémica de los compromisos vuelve a la conveniencia que las
cementa frágil y provisoria. Sin embargo, hay una razón en especial que ha
hecho que la unión ortodoxa entre el estado y la nación perdiera gran parte de
su pasado atractivo. Al “delegar” muchas de sus funciones más exigentes (las
económicas y culturales, y cada vez más también las sociales y biopolíticas) a
las fuerzas “desreguladas” del mercado, el estado puede hacer un uso muy
limitado y apenas ocasional del enorme potencial de movilización por el que las
naciones solían ser una compañía bienvenida, y por cierto indispensable, del
estado que luchaba por legitimarse.(1)
Esta cita textual nos plantea que los sujetos
se dejaron llevar por la liquidez, no es tanto por una “goma” o desafío a los
ideales tradicionales de los contextos que cotidianamente habitan o en los
cuales se generó su proceso formativo, lo momentáneo, adquirió fuerza entre
nosotros como habitantes del mundo, si lo viéramos desde la perspectiva del
autor, es porque gracias a ello, podemos constantemente configurarnos momento a
momento a las seducciones continuas que el mercado nos muestra a través de sus
productos, para aliviar un poco las cargas que tenemos por el trabajo o el
estudio. Del mismo modo, lo efímero se da también, porque la economía y la
política, nos piden ideas progresistas, entonces detenernos a pensar desde los
valores que fuimos educados en casa, hace que se pierda en ocasiones los
potenciales de la nación que es el dinero y las ayudas.
La invitación que hace el hombre postmoderno,
es que su vida como ideal que se persigue, que la educación ayude a buscar
salidas de los laberintos generados por los fenómenos sociales, para que tenga
una vida de encuentro consigo mismo, pero muy significativamente aprenda el
desarrollo de la capacidad de comunicar y expresar sus sentimientos y
pensamientos hacia el otro, que es su contrario o en ocasiones su amigo que
está a las puertas de la escucha, para reconocer en sí nuevos horizontes de
comprensión.
Además gracias a dicho encuentro, el hombre,
puede complementar su personalidad con nuevos elementos que le permiten
reconocerse a sí mismo en un espacio y tiempo determinado; a la hora de
plantearse interrogantes que subyacen en su existencia.
LOS
VALORES DEL HOMBRE POSTMODERNO
En una vida tan acelerada como la que vive el
hombre de nuestros tiempos actuales, los valores como lo hemos planteado en el
escrito se han perdido, no tanto por desconocimiento de los mismos, sino porque
los distintos fenómenos sociales han cambiado las concepciones que se han
tenido de los valores humanos.
Lipovetsky, nos dice:
Las
escuelas de la sospecha, destacan el proceso de liberación del individuo en
relación con las imposiciones colectivas que se concretaba en la liberación
sexual, la emancipación de las costumbres, la ruptura del compromiso
ideológico, la vida a la carta. El hedonismo de la sociedad de consumo había
sacudido los cimientos del orden autoritario, disciplinario y moralista: la era
del vacío (17)
Cuando tomamos la cita
textual de “La Sociedad de la decepción”
es para dejar entrever que el siglo XX nos dejó con la sospecha de que
los valores se perdieron por un deseo irrefrenable de un ideal de libertad,
perseguido por el sujeto de su tiempo, que nuestro siglo se consolidó de una
manera tan abrupta que no le permitió medir las consecuencias. Entonces de ahí
el nacimiento de los fenómenos sociales vividos actualmente tales como: la
virtualización, la pérdida de identidad, la nueva concepción de la pobreza y
riqueza, la sociedad de consumo, la reconfiguración de la cultura como elemento
del espectáculo, el individualismo, la fragilidad de los vínculos humanos entre
otros.
Por otra parte, el elemento
de la sospecha es para devolverle al sujeto el protagonismo que ha ido
perdiendo gracias a los fenómenos anteriormente expuestos, pero sin embargo,
nos hemos dado cuenta, que sospechar es la herramienta que encuentra el sujeto
para ver las causas que la liberación sexual y el hedonismo dejó en su vida,
gracias a los cimientos que de ello surgió; para configurar un ethos, no tanto
materialista en el siglo XXI sino crítico y reflexivo que le señale los caminos
para no dejarse llevar.
A manera de cierre, podemos
concluir que los valores son quienes buscan la reconstrucción de los ideales
del hombre postmoderno, para encausarlo al cauce de su humanidad perdida y así
que no caiga en el abismo de su deshumanización.
Bibliografía:
- · Gadamer, Hans Georg. La Educación es Educarse.
- · Lipovetsky, Gilles. La Sociedad de la Decepción. Barcelona: Anagrama, 2006.
- · Bauman, Zygmund. La Sociedad Situada. México: Fondo de Cultura Económica, 2004.
- · Vásquez Roca, Adolfo. Filosofía – Individualismo y Modernidad Líquida y Desilusión Hipermoderna: de Bauman a Sloterdijk.