El conocimiento es misterio, fascinación pero ante todo, es detenerse en las cosas pequeñas para ver la magia que esconden. |
En la actualidad, el ser humano ha perdido
ese detenimiento en los detalles por la constante aceleración del tiempo en nuestra cotidianidad o también esto se da por la
capacidad de reprimir aquellas emociones
que los detalles generan en su identidad o personalidad por miedo o simplemente por esa necesidad de
silencio donde pensamos que no estamos listos para expresarla según esa
circunstancia o acto humano, objeto de
su expresión. En el Arte Poética de Jorge Luis Borges, se nos enseña a devolvernos a
ese ejercicio de la contemplación, fascinación y asombro que los detalles
suscitan en nosotros para darnos una belleza del mundo o de la realidad.
Una sensación para ser objeto de detalle,
deberían ser los ríos y los cauces por
los distintas direcciones donde la corriente los lleva en su movimiento, la
cual se asemeja al conocimiento, pues este es quien nos encamina a nuestras construcciones
humanas para vincularnos con una cultura, sociedad o emanar un lazo afectivo
con otro como compañero o amigo en la construcción de preguntas y conceptos.
En
el texto de Borges, esto se nos refleja de la siguiente forma:
Mirar el río hecho
de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
El conocimiento, es quien configura las nuevas del ver y sentir del ser humano para una mayor configuración del pensar en lo filosófico y literario. |
Lo anterior, es para decir que el
conocimiento es un río y el cauce, es la vida misma, pues cuando nosotros
adquirimos nuevas formas de pensamiento, ya no sólo evocamos las experiencias
posteriores al aprendizaje sino que estamos proyectándonos en el otro conocimiento
para hallar otras posibilidades de camino. Pero a veces nos olvidamos por
pensar en esto, que conocer no tiene como finalidad mirarnos en un camino, sino
por el contrario, seducirnos a través de los detalles para recordarnos todos
los estados evolutivos del saber que desde nuestra escuela y la cotidianidad
han hecho de nosotros para no perdernos en esa sobreoferta del río de la
información. De igual manera, no caernos en alguna estaca del cauce, sino más
bien, ver en rostros humanos para enseñarles
o darle una guía gracias a nuestras huellas del camino.
Esto no se logra, en días, semanas, años,
horas, minutos o segundos en los sujetos que somos nosotros. Todo depende de la
capacidad de confrontarnos, analizarnos o de la disponibilidad que tengamos
como intérpretes del mundo a partir de la lectura y escritura de las
sensaciones que hagamos de los actos humanos en la formación donde encaminemos
el conocimiento. Que desde el poema se daría en esta perspectiva:
Sentir que la
vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.
Borges, el eterno viajero del conocimiento que en su mente tiene todo el imaginario de lo humano para enseñarlo a futuras generaciones |
Desde este fragmento, el conocimiento, es un
sueño que nos mantiene a la expectativa sobre aquello que nos asombró o nos
devela en los símbolos donde se encuentra como palabra, todas sus formas de
significación según la cultura donde nos insertemos. Cabría decir que lo curioso de
conocer, es que nos muestra lo que nos
delimita como seres humanos para alcanzarlo en la totalidad y eso se llama la
muerte; de ahí que conocer, sea una vigilia del sueño de cada uno por alcanzar
un saber o un sentir intelectual para ser mejores, pero quien realiza la
búsqueda debe ser consciente que podrá conocer solamente una porción según sus
expectativas de la vida o en la existencia física en el mundo.
Quizás conocer, no sea quedarse en el
ejercicio del leer libros, escribir palabras, hablar con otros a través de
códigos y símbolos para hallar sus construcciones de sentido mediante el
lenguaje. Es más bien esta afirmación de Borges:
También
es como el río interminable
que
pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito
inconstante, que es el mismo
y
es otro, como el río interminable.
En otras palabras, es interminable, porque la
magia, el asombro y la seducción cada vez crecerán en nosotros mismos a medida
que lo exploremos en sus distintas facetas o más bien, sea el cristal donde reflejamos
cada huella del camino infinito que
comenzamos en el nacimiento y dejamos de ver en la muerte. Donde lo único que
quedará serán las huellas interminables de aquello no logrado en nuestra
existencia.
Por otra parte, algunos autores o teóricos en
distintas áreas del conocimiento, pero más que todo en la literatura, siempre
nos muestran éste como un viaje, donde se dialoga con el ello o el yo de uno
mismo. Y en el cual se busca identificar las diversas manifestaciones que desde
el viaje convergen en el hombre para
ayudarlo a su acrecentamiento intelectual o humano con la finalidad de ver como
se retornan a esas manifestaciones una y otra vez según los deseos que tenemos
para verlas o más bien evitarlas a partir de las circunstancias; en el poema
del arte poética, esto se vive de esta forma:
Ver
en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
Concluiríamos diciendo que las manifestaciones pueden ser
la palabra, el silencio, el concepto o la metáfora, que la convertimos en
música, rumor o símbolo, porque es la manera que tenemos para comunicarnos con
ellas o simplemente ocultarlas para que un “otro” se tome la tarea de
interpretarlas. Con la intencionalidad de ver los matices humanos que desde los
años de existencia les hemos brindado en el arte de la poética humana.
Bibliografía
·
Borges, Jorge Luis. Selección
Cuentos, Ensayos y Poemas. Medellín: Universidad de Antioquia, 2012.