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Gaby, es de esos amigos que uno tiene para
reír, para contarle historias, pero también
alguien con quien puedes llorar en confianza,
porque ella te consolará.
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Gabriela Elena, mujer de palabras,
de demostraciones, pero ante todo de detalles
es algo que quienes la conocemos recordamos
de ella con mucho cariño. |
Mujer ejemplar, cabal
y de principios fuertes. Eso me decía alguna vez en un café su jefe de SEDUCA
José Fernando Montoya Ortega, que es uno de mis mejores amigos y con quien
comparto ser miembro de la Universidad Pontificia Bolivariana, no fueron una sino
varias veces en la que mí querido amigo, me decía estos adjetivos de esta
mujer, que le dedicó no sólo treinta y dos años de su vida a la psicoorientación,
sino también ayudándonos a nosotros quienes pasamos por su existencia, ya sea
como pacientes, estudiantes, padres de familia, amigos y familiares. Yo recuerdo
que cuando entré a la Normal Superior de Medellín, ella era del comité de
admisiones encabezado por Marina Raga, Luz América Fernández y Teresita
Pulgarín; las tres me realizaron una ambientación sobre el sentido del ser
maestro, pero en especial que era hoy ser
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Ella, es una apasionada por la escritura
y la palabra, ya como ella muy pocos son quienes
usan el lenguaje en ambas expresiones de forma
correcta. Todavía que ella fue de mis primeras
correctoras de estilo en mis primeros caminos
dentro de la escritura. |
normalista. Ese día era un 30 de noviembre
de 2005 a las 12:00 M; desde ese día sellamos nuestra amistad luego de recorrer
junto a ella las instalaciones de la Normal Superior de Medellín. Hoy la
comunidad ha jubilado una mujer que consagró sus mejores años y conocimiento en
pro de la comunidad, pero yo tendré la oportunidad de túrnamela para tomar tinto con ella, Paula,
sus hijos, Luz Dary y hablar con ella de
las palabras que las personas de nuestra ciudad dicen sobre la literatura, ya sea
en la forma de Manuel Mejía Vallejo,
Juan Luis Mejía Arango, Reinaldo Spitaletta o de otros autores que son de su predilección.
He recuperado otra amiga para el tinto, pues ya con ella paulatinamente se van
jubilando esas personas que en el aula me
dieron sus mejores años de búsquedas eternas
en el conocimiento para yo aprenderlas y así compartirlas hoy con aquellos que
pasaron por mis manos que también pasaron por las magnas manos de ellas como
fueron Daniel Guzmán Echavarría, Sebastián Londoño Vahos, Carlos Andrés Gómez
Rivera, entre muchos otros. Con Gabriela,
compartimos la pasión de los separadores, la cual ella le enseñó a Paula Andrea
Restrepo, aunque en la Normal uno ya no sabe quién fue el que le enseñó a una x
o y cosa, porque las generaciones y los años a todos se nos están pasando
incluyendo a quien escribe. Pero en fin, hay tantas anécdotas que recordar de
ella, que dos hojas no serían el espacio suficiente para esto. La querida
Gabriela Elena, es la mujer antioqueña de antes, esas mujeres que me cuenta mi
abuela cada vez que recuesto mi cabeza en sus piernas. Brava pero noble, de carácter
pero de gran corazón, ecuánime pero justa; de esas que andan con el mazo pero también
con el abrazo para sus seres queridos.
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La mujer que lee y disfruta el texto
hasta sus últimas páginas. |
Fueron muchas veces
que vi como defendió a estudiantes y familias normalistas en situaciones difíciles,
al mismo tiempo que buscó siempre la forma de darles ánimos, ayudarlos en pro
del mejoramiento de la calidad de vida. Lo único que me da es esperar cuando me
toca el turno para tomar el tinto con ella, y ahora yo no sea dizque el ocupado por tantos asuntos que
se nos presentan en la existencia.
Mis aprecios y un abrazo. Estas palabras
son muy sentidas y además son escritas con aprecio y cariño.
Juan Esteban López Agudelo
Gabriela Elena Restrepo Londoño nació un
27 de noviembre en la ciudad de Medellín de que año no sabemos. Pero podemos
decir que es una apasionada por la literatura de nuestra tierra, de Mario
Mendoza, Evelio José Rosero, de la infantil, de la universal entre muchas otras
literaturas, es un ser humano que disfruta los juegos de los niños, se asombra
como ellos de la naturaleza y la existencia. Es madre de Cibeles Viloria y de
Antonio José, dos seres humanos valiosos y nobles; tenemos una veintena de
amigos en común que también son maravillosos e igualmente nos han permitido
crecer en lo humano e intelectual. Le dedicamos esta columna de la biblioteca
de Juan, por amistad, cariño y aprecio.