A las dos personas que hoy les escribo, fueron mis
primeros MAESTROS en mi proceso de iniciación en la Filosofía y en la
Literatura, dentro de la Universidad Pontificia Bolivariana. Con la Maestra, aprendí la magia de la imaginación,
la ensoñación, pero antes que nada lo fascinante que es viajar entre las
fronteras de lo ficcional y lo real del acto de leer.
Con el padre, comprendí en cambio, la incidencia que
tiene lo interpretativo a la hora de lanzar o emitir un juicio con toda propiedad
en torno a una propuesta de pensamiento. No sólo en la Filosofía sino dentro de
la vida cotidiana.
Del mismo modo, ambos me ayudaron a formarme como una
persona en el ámbito de la enseñanza, pues la mayor lección que me brindaron
es: “la pasión como sustancia, para todo
lo que vaya hacer en la vida”. Porque nadie puede enseñar un saber que
desconoce o no ama; afirmación que a medida del paso en el tiempo, reconozco la
necesidad de la seducción y la fascinación, a la hora de enseñarle a un
conjunto de personas dentro de un aula de clases, ya que el sujeto denominado
maestro, debe ser alguien enamorado o más vislumbrador de un aura propia de un
intelectual, para generar eso que Gadamer, un horizonte de comprensión histórico
de lo adquirido antes y asimilar lo explicado ahora.
La lectura como juego de lo sagrado y lo profano, pues su sentido e interés deben ser encontrados por el lector desde el encuentro poético y pensante hacía el texto. Palabra de ambos. |
Seguidamente gracias a la Hermenéutica de Orlando, pude
acercarme a Heidegger, Gadamer, Vattimo, Schleirmacher, Hamann, Humboldt entre otros; los cuales me han dado visiones
de mundo más analíticas, pero muy en especial, reflexivas para develar la configuración
de un ser en constante transformación intelectual. Como el hombre de la cultura
contemporánea, lo mismo que el Ente donde solemos habitar en nuestro diario
vivir.
Con Inesita, la madre filosófica de la facultad, he
aprendido a reconocer los errores de redacción obtenidos en cada uno de mis
textos, identificar los distintos tonos de voz a la hora de escribir en Literatura y filosofía obviamente.
Me hubiese encantado que ella no conociera mis “flaquezas”. Para que los textos
presentados en su clase de Taller de Escritura y Composición Literaria, fueran
perfectos sin ninguna tacha.
Artistas del conocimiento, para suscitar nuevas formas de comprensión a través de lo bello y estético de la palabra. |
Aún así, ella es alguien muy especial, porque en ningún
momento, me desanimó como a veces suele pasar con otros profesores en cursos de
escritura, sino todo lo contrario, me animaba constantemente y reconocía tanto
en público como en privado los grandes avances que mi escritura había obtenido
en su curso. Además de las potencialidades que podía tener lo escrito de mi
parte, si lo sé enfocar en el mundo literario.
Estos dos grandes maestros, buscaron siempre corregir mis
textos, para ampliar mi visión de pensamiento y llegase cada día a ser el mejor
en todo lo que haga.
Para cerrar les mando un caluroso abrazo, no sólo por las
enseñanzas en el proceso formativo del docente de Filosofía y Literatura que
está en una búsqueda constante cada día, tal y como es un hermeneuta. Sino también
el ser humano amigo y colega de ustedes por la gran amistad dada por la magia
del conocimiento.
Feliz Cumpleaños
Atentamente
Juan Esteban López Agudelo
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